... Y con los ojos hinchados me hinque frente de ti y grite:
- Lo intenté, te juro que lo hice.
Tú solo me diste aquella mirada que tanto te distinguía. Tu indiferencia invadía aquel cuarto, las paredes perdieron poco a poco su color hasta desaparecer. Solo quedábamos los dos y ese llanto que me acompañaba desde hace ya varios días. Intenté explicarte lo que había pasado, pero las palabras parecían detenerse dentro de mi boca. Recuerdo como inclinaste la cabeza hacia donde yo estaba aun hincada y dijiste:
- Tu crees que me importa lo que paso, pero no. Estoy cansado de fingir que por ti respiraba... ¿Qué no lo entiendes? Solo quiero que me dejes en paz. Intenta ser feliz sin mi, que yo puedo serlo sin ti.
No podía ver, ni quería hacerlo. No sabía si lo que sentía en ese momento era rabia o si solo era mi orgullo herido lo que sangraba dentro de mi. Tus pasos se alejaban al igual que tu respiración. En ese momento supe que no volverías y que nada de lo que hiciera valdría la pena para ti...